Trabajador y militante, no desensilló ni un solo momento ante la avanzada de la dictadura e hizo todos los esfuerzos por basar la lucha en la unidad entre sectores que compartían intereses. Esa unidad en acción produjo un hito como el Cordobazo, que trascendería tiempo y espacio para transformarse en una expresión concreta de cómo el pueblo debe enfrentar a sus enemigos.

Ejerció diversos cargos en las organizaciones sindicales, fue detenido varias veces como militante popular y murió en un hospital de Buenos Aires (donde había ingresado con un nombre falso, dado que era perseguido) tras sufrir una enfermedad durante la situación de clandestinidad que asumió desde 1974. El 5 de noviembre fue trasladado a Córdoba y su cuerpo fue despedido por más de 20 mil personas.

Agustín Tosco —como Teresa Rodríguez, Maxi y Darío, Carlos Fuentealba y tantos más— sigue vivo en nuestras luchas y el claro legado que nos dejó es un faro. En estos tiempos, más aun.

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