Las víctimas fueron Francisco López Muntaner, Horacio Ungaro, Claudio de Acha, Gustavo Calotti, Pablo Díaz, María Claudia Falcone, Patricia Miranda, María Clara Ciocchini, Emilce Moler y Daniel Racero y tenían entre 16 y 19 años al momento del secuestro. Sólo cuatro jóvenes sobrevivieron y el resto, según la CONADEP, fueron ejecutados muy probablemente a principios de 1977 tras meses de tortura y vejaciones.

 

La Noche de los Lápices no sólo debe ser recordada como uno de los episodios más horrorosos de nuestra historia; a pocos meses de haber recuperado la democracia los testimonios de sus sobrevivientes despertaron más intensamente el debate en la sociedad argentina sobre los desaparecidos y lo que ocurría en los centros clandestinos de detención. 

 

Pablo Díaz narró en su declaración ante la justicia que un coronel le gritó al principio de la desaparición "¿Qué carajo tenían que ir a hacer a las villas miseria si en sus casas tenían de todo?", exponiendo con una síntesis espeluznante la matriz política de los grupos de tareas y cuál era el blanco real de sus acciones.

 

La expresión “los lápices siguen escribiendo” se ha transformado en un homenaje y en una declaración, hoy la confirmamos no sólo ante la multitud de jóvenes que toman las calles para constituirse en un sujeto político fundamental ante los problemas que nos atraviesan como pueblo. Esta frase cobra fuerza también ante atentados como el sufrido en estos días por la docente Corina De Bonis en Provincia de Buenos Aires, en cuyo cuerpo un grupo de tareas escribió una nueva versión de la nefasta frase que aquel coronel gritó a Pablo Díaz mientras lo mantenía desaparecido.

 

Por Memoria, Verdad y Justicia, los argentinos seguimos diciendo “Nunca Más”.

 

#LaLuchaEnLaCalle #Agmer #MemoriaVerdadJusticia