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Bajo una misma bandera celeste y blanca
Este 20 de junio celebramos el día de nuestra enseña patria. Recordamos en la fecha el paso a la inmortalidad de su creador, Manuel Belgrano, y las manos de quien la cosiera por primera vez para que fuera jurada a las orillas del Paraná, en las santafesinas tierras de Rosario: María Catalina Echevarria de Vidal. Ambas historias nutren nuestro presente y no podemos pensar nuestro emblema nacional sin tenerlas en cuenta.
El 20 de junio de 1820 falleció Manuel Belgrano. Había nacido cincuenta años antes, un 3 de junio de 1770, en Buenos Aires (que en aquel momento pertenecía al Virreinato del Perú). Fue abogado, economista, periodista, diplomático y militar. Inició sus estudios en el Real Colegio San Carlos y luego se graduó como abogado en España. Al regresar a Buenos Aires, previo a la Revolución de Mayo, se desempeñó como Secretario en el Consulado de Comercio y colaboró en el primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo Mercantil; un periódico al servicio de la difusión de ideas que favorecían a la creación de un nuevo orden político y social.
En las páginas de ese periódico una lectora anónima publicó una carta que demandaba educación a las mujeres que no tuvieran recursos; Belgrano apoyó ese pedido, ya que entendía que la educación pública era una condición necesaria para tener una sociedad independiente.
La Revolución cambió la vida de Belgrano, convirtiéndolo en un “ciudadano de armas” con altas responsabilidades políticas y militares. Si bien había participado en las milicias urbanas que resistieron la primera invasión inglesa en Buenos Aires (1806) y había combatido junto a Liniers en la segunda invasión (1807), después de 1810 su periplo fue el propio de un jefe político y militar. En esa condición actuó al frente de las tropas que marcharon hacia Asunción para intentar, sin éxito, incorporarlo a la revolución. Su máxima responsabilidad le sería conferida en 1812 cuando fue nombrado jefe militar del Ejército del Norte para combatir a los realistas. Condujo entonces el conmovedor repliegue civil conocido como el éxodo jujeño (hecho que retomamos y ampliamos en nuestro Cuaderno de Apuntes de este año), lideró las tropas que triunfaron en Tucumán (1812) y Salta (1813) y fue derrotado en Vilcapugio (1813) y Ayohuma (1813).
En la efeméride del 20 de junio se asocia el nombre de Manuel Belgrano con la creación de nuestra bandera nacional, la que hoy nos permite, ni más ni menos que reconocernos como parte de un proyecto colectivo. La historia de su creación es conocida, pero menos conocida es, en cambio, la historia de María Catalina Echevarría, quien fue la responsable de confeccionar la bandera nacional con la ayuda de dos mujeres cuyos nombres se desconocen.
Belgrano llegó a Rosario en el verano de 1812 para hacerse cargo del ejército que enfrentaría a las tropas realistas. Se alojó en casa de su amigo Vicente Tuella, donde conoció a María Catalina, una huérfana criada por los Tuella como una hija más.
María Catalina Echevarría había nacido en las santafesinas tierras de Rosario, el 1 de abril de 1782. Era hija de inmigrantes vascos, y al quedar huérfana fue criada por la familia Tuella. Se casó con Juan Manuel Vidal con quien decidió vivir en una casa contigua a sus padres adoptivos, para poder cuidarlos. Su hermano, Vicente, era amigo de Belgrano desde el virreinato, por eso cuando el prócer llegó a la Villa del Rosario, se hospedó en su hogar.
Esta relación de cercanía produjo que Belgrano le encomendara la tarea que luego la haría protagonista de nuestra historia nacional. Ella compró telas, unió los retazos celeste y blanco y agregó hilos dorados a la terminación: una tarea artesanal que demandó al menos cinco días y para la que necesitó asistencia de dos vecinas. No solo confeccionó la primera bandera argentina, sino que asistió también a la ceremonia de jura, a orillas del Paraná y frente a las baterías de artillería Independencia y Libertad, acontecimiento muy poco frecuente para la época, ya que las mujeres no participaban de esta clase de actos.
Durante doscientos años en los homenajes de esta fecha su nombre no fue tenido en cuenta. En 2009, en el 107 aniversario de la creación de la bandera nacional, María Catalina fue homenajeada por el pueblo de San Lorenzo (donde ella pasó sus últimos días). Sin embargo, en Rosario no se la reconoció hasta el 2012 cuando, en el contexto de los festejos del Bicentenario de la creación de nuestra enseña, por medio de un proyecto presentado en el Senado de la Nación por el entonces senador Rubén Giustiniani, se destacó la participación de esta mujer con una placa y actividades en honor a “tan noble tarea como la confección de nuestra bandera símbolo de identidad de las y los argentinos”.
Construimos nuestra memoria paso a paso, y con el correr del tiempo, al revalorizar a quienes dieron su vida por nuestra patria y su independencia, reparamos, recordamos, enseñamos y vamos nutriendo un presente más completo. No tendríamos bandera si no existieran quien la ideó, quien la hizo, y quienes -hasta hoy- la honran y defienden. Es nuestra tarea que las y los gurises entrerrianos conozcan a Belgrano y a María Catalina; conozcan lo mucho que costaron las palabras libertad e independencia. Conozcan para defender. Conozcan para que nuestro suelo sea bien nuestro y sobre él solo ondee nuestra querida enseña celeste y blanca.
#LaLuchaEnLaCalle #Agmer