Les quitaron los libros a nuestras y nuestros estudiantes

Días atrás Nación confirmó la baja del Programa Libros para Aprender, que durante años puso en manos de nuestras y nuestros alumnos y docentes libros de texto y de literatura. Un libro por estudiante se entregaba con este plan, conformando así, en muchas casas de todo el país y de nuestra provincia, el inicio de bibliotecas que nunca hubo. Desde La Lucha en la Calle contamos de qué se trataba esta iniciativa, las excusas para su baja, y compartimos la voz de quienes lamentan con dolor la pérdida de otro derecho que daba formación y alegría a nuestras y nuestros gurises.

 

   El Gobierno Nacional dio de baja el programa "Libros para aprender" y confirmó que no realizará la compra de los 14 millones de ejemplares prevista para este año. Así, el Ministerio de Capital Humano, informó que los libros destinados a estudiantes de primaria, secundaria y jardines de infantes de todo el país, dejarán de ser distribuidos.

 

   Según se informó desde el Ministerio, se deja -a partir de ahora- librado a las provincias la definición de continuar con la adquisición de los ejemplares y esperar luego el reembolso desde Nación. Reembolso que se ve claramente poco probable dado el presente de desconfianza de pago por parte de un gobierno que ya cortó distintas partidas provinciales, como el Fondo de Incentivo Docente (Fonid).

 

El programa

   El Programa fue implementado en 2022 y 2023 por la gestión del exministro de Educación Jaime Perszyck. Su objetivo era cumplir con el derecho a la educación y garantizar el acceso universal a libros esenciales para el aprendizaje, tanto libros escolares como obras literarias que fomentan la lectura autónoma y las actividades en el aula.

 

   De esta manera, contemplaba la compra y la entrega de material bibliográfico y cuentos a estudiantes de escuelas de gestión estatal y de gestión privada cuota cero y oferta única. Cada ejemplar tenía el nombre y le pertenecía a la o el alumno y con eso buscaba que los libros pudieran ser un puente entre la escuela y la familia.

 

   El proceso era conducido por Nación, aunque las máximas autoridades educativas de las 24 jurisdicciones seleccionaban los textos de acuerdo a los planes de estudio. Asimismo, en cada instancia se abría una convocatoria para que las editoriales que quisieran (participaron más de 50) presentaran sus materiales de acuerdo con los requerimientos que establecía este Ministerio. Luego, una comisión nacional revisaba las propuestas y realizaba una primera selección. Finalmente, expertos de cada jurisdicción definían los textos para su provincia.

 

Sí que funcionaba. La evaluación de los logros del Programa

   Luego del primer año de implementación, la Secretaría de Evaluación e Información Educativa del Ministerio de Educación, realizó la evaluación acerca de la implementación del Programa, que distribuyó entre 2022 y 2023 más de 30 millones de textos escolares.

 

   El relevamiento se realizó a partir de encuestas complementarias de la prueba Aprender muestral de 2022, a estudiantes de sexto grado de la escuela primaria, a través de dos cuestionarios: uno que contestaron 67.993 estudiantes de 2.374 escuelas de gestión estatal y de gestión privada cuota cero y oferta única, y el otro que respondieron 2.339 directivos.

 

   Los resultados revelaron además que el 83,5% de las y los estudiantes usaron los libros de Lengua y que el 73% los utilizaron también en el hogar, mientras que el 72,8% usó los libros de Matemática y el 64,6% lo hizo también en su casa.

   En cuanto al uso de los libros por parte de las y los docentes, el 86,4% de los directivos respondieron que sus docentes los usaron en clases; el 13,4 que lo utilizaron algunos docentes y sólo el 0,2% afirma que ninguno de los docentes usó los libros.

 

“Cuando llegaban los libros la escuela era una fiesta”

   Luego de hablar de fundamentos y análisis y números, nos llega la voz de la realidad: la verdadera presencia de los libros de este Programa en las escuelas y en manos de nuestras y nuestros alumnos.

 

   Hablamos con Macarena, Débora y Rosana, bibliotecarias de escuelas públicas de Chajarí, Tabosi y Paraná. Todas ellas narran con profundo dolor esta noticia, que sin dudas no fue una más entre tantas pálidas que han vivido las y los trabajadores en los últimos meses. No fue una más, justamente, porque ellas eran las encargadas, cuando llegaban los libros a las escuelas, de distribuirlos entre docentes, alumnas y alumnos.

 

   “Un día, una nena de segundo grado vino corriendo a la biblioteca a abrazarme, pensando que era yo quien le había ‘regalado’ los libros que habíamos distribuido a la mañana. Hubo que explicarle de dónde venían, pero ella estaba feliz” narra Macarena, contando cómo, a partir de la implementación del programa, se fue enterando de que en muchas casas éstos eran los primeros libros. “Eso sin mencionar que para las y los docentes también significaba una enorme ayuda, no sólo en la planificación, sino también para el bolsillo”.

 

   “Era muy útil porque, antes del Programa, era muy difícil trabajar con todo el grupo, porque de ningún modo tengo en la biblioteca un ejemplar de un mismo libro para cada uno… y pensar en un trabajo que continuara en casa con ese material… era imposible. De golpe todos tenían el libro, cada uno en sus manos, y se los notaba felices con ello” narra Débora con tristeza. “Cuando me enteré de la baja del programa… sin palabras… sentí lo mismo que cuando veo mi recibo de sueldo, que cuando agarro la factura de los servicios… pero peor, porque era como que se multiplicaba la impotencia por cada carita de las y los chicos de la escuela que los recibían tan felices”, agrega.

 

   “Escuché que la baja era porque los libros no se adecuaban a los diseños curriculares. En eso estoy en desacuerdo, porque yo formé parte del equipo que realizó la selección –señala Rosana-. Hay una CAN –Comisión Asesora Nacional- que trabaja para que estos libros tengan vinculación con los NAP –Núcleos de Aprendizaje Prioritario- y una Comisión Asesora Provincial que asegura que esos libros tengan una conexión con el diseño curricular provincial. Esa selección de libros, ese trabajo, se hizo. Implicó mirar cada libro hoja por hoja. En cada provincia se hizo eso, no pueden decir que son materiales no acordes”, señaló.

 

   “Todo estaba pensado en las escuelas para aprovecharlos al máximo. Se planificó para que los de sexto grado continuaran trabajando con ellos en secundaria. Se hizo un acuerdo para que el período de diagnóstico y nivelación lo hicieran con ellos. Y ahora estaban todos en la escuela esperando los libros. Es una desazón enorme” señala Macarena. Le preguntamos qué sintió al enterarse de la baja del plan. Hace un silencio, niega con la cabeza… “No hay palabras. Esto es vulnerar los derechos de nuestras y nuestros estudiantes y profundizar la desigualdad de oportunidades. Las y los chicos disfrutaban de tener SU libro, de poder llevarlos a sus casas. Los libros servían, eran acordes. Es lamentable que pase esto”, y nos cuenta que vio en redes una caricatura del dibujante Liniers que, para ella, lo sintetiza todo. “Decía que en las manos de los chicos hay que poner libros, no sacárselos. Yo pienso igual”, señala Macarena, y agrega: “es increíble que pase esto”.

 

El pueblo no necesita aviones de guerra, necesita libros

 

   Como trabajadoras y trabajadores de la educación vemos desde enero una catarata de recortes. La promesa del “fin de fiesta” cumpliéndose a rajatabla; porque para nosotras y nosotros, la fiesta eran nuestras y nuestros gurises recibiendo libros nuevos, bellos y de calidad en sus manitos. Fiesta eran esas bibliotecas que se iban formando en casa de trabajadoras y trabajadores que no podían comprarlos antes. Fiesta era un Estado presente. Con mil falencias, pero presente y entregando libros.

 

   Este es un retroceso entre cientos que estamos padeciendo las y los argentinos durante estos meses. Es una muestra del escenario en el que estamos y se suma a los desafíos que debemos revertir como Pueblo. Nos quitan libros para comprar armas, despiden y ajustan salario para financiar a los poderosos.

 

   Las escuelas hablan, gurises y docentes también. Estos testimonios -no tenemos dudas- madurarán en lucha para frenar estas injusticias y frenar un ajuste dirigido contra las y los trabajadores. 

 

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